La capacidad de nombrar y manejar las emociones es tan importante como aprender a leer o escribir. Un niño que sabe decir “estoy enojado porque no me eligieron en el equipo” tiene más herramientas para enfrentar la vida que uno que golpea o grita porque no entiende lo que siente.
1. Comienza con tu propio ejemplo.
Si tú expresas tus emociones con palabras ("Hoy me sentí nervioso antes de mi reunión"), les estás enseñando que es normal sentir y hablar de eso.
2. Valida sus emociones.
Evita frases como: "No llores", "Eso no es para tanto", o "No deberías estar enojado". En su lugar, di:
- "Entiendo que estés triste porque se rompió tu juguete".
- "Parece que estás frustrado, ¿quieres hablar de eso?"
3. Usa herramientas visuales y lúdicas.
Puedes crear un "termómetro de emociones", usar emojis, o jugar al "semáforo de emociones" (verde: tranquilo, amarillo: alerta, rojo: muy enojado).
4. Crea espacios de conversación diarios.
Dedica al menos 10 minutos al día para conversar con tus hijos sin distracciones. Pregúntales cómo se sintieron en la escuela o con sus amigos. La clave es que te sientan disponible emocionalmente.
5. Enséñales formas sanas de manejar las emociones.
Respira profundo juntos, escribe lo que sienten, o busquen un espacio para calmarse antes de hablar. Estos recursos son útiles incluso para ti como adulto.
Los niños que aprenden a expresar lo que sienten tienen relaciones más sanas, menos conductas agresivas y una autoestima más sólida.
